Comentario
Capítulo nono
De la gavilla o atadura de los años, que era después que cada uno de los cuatro caracteres havían regido cada uno treze años, que son cincuenta y dos, y de lo que en este año de cincuenta y dos hazían
Acabada la dicha rueda de los años y al principio del nuevo año, que se dezía ume ácatl, solían hazer los de México y de toda la comarca una fiesta o cerimonia grande que llamavan toximmolpilía, y es casi "atadura de los años". Y esta cerimonia se hazía de cincuenta en cincuenta y dos años; es, a saber, después que cada una de las cuatro señales havía regido treze veces a los años. Se dezía aquella fiesta toximmolpía; quiere dezir "átanse nuestros años", y porque era pricipio de otros cincuenta y dos años. Dezían también xiuhtzitzquilo; quiere decir "se toma el año nuevo"; y en señal de esto, cada uno tocava a las yervas para dar a entender que ya començava la cuenta de otros cincuenta y dos años, para que se cumplan ciento y cuatro años que hazían un siglo.
Ansí que entonces sacavan también nueva lumbre. Y cuando ya se acercava el día señalado para sacar nueva lumbre, cada vezino de México solía echar o arrojar en el agua o en las acequias o lagunas las piedras o palos que tenía por dioses de su casa, y también las piedras que sirvían en los hogares para cozer comida y con que molían axíes o chiles; y limpiavan muy bien las casas, y al cabo acabavan todas las lumbres.
Era señalado cierto lugar donde se sacava y se hazía la dicha nueva lumbre, y era encima de una sierra que se dize Uixachtlan, que está en los términos de los pueblos Itztapalapa y Colhoaca, dos leguas de México. Y se hazía la dicha lumbre a medianoche; y el palo de do se sacava el fuego estava puesto sobre el pecho de un captivo que fue tomado en la guerra, y el que era más generoso. De manera que sacavan la dicha lumbre de palo bien seco con otro palillo largo y delgado como saeta, y rodeándole entre las palmas muy de presto con entrambas palmas, como torciendo; y cuando acertavan a sacarla y estava ya hecha, luego, en continente, abrían las entrañas del cativo y sacavan el coraçon, y arrojávanlo en el fuego, atiçándole con él; y todo el cuerpo se acabava en el fuego. Y los que tenían oficio, de sacar lumbre nueva eran los sacerdotes solamente, y especialmente el que era del barrio de Copolco tenía el dicho oficio; el mesmo sacava y hazía fuego nuevo.